Me presento

Hola a todos, soy Santi, alias Galdor. Desde que tengo 16 años, las palabras se han vuelto mis aliadas para crear mundos e historias, y para dar mi peculiar visión del mundo real que nos rodea. He publicado unos relatos recientemente, y ahora estoy a punto de publicar mi primera novela. No obstante, sigo escribiendo cortos relatos, que serán mi regalo a este lugar donde guardaré trocitos de mi ser. Mi mail es santi_galdor_quantum@hotmail.com, por si alguien quiere opinar de una manera más personal. Muchas gracias.

miércoles, 4 de enero de 2012

Historias de la noche IV


En las frías noches de invierno de las ciudades catalanas, en cuanto la semana laboral llega a su fin, las hormiguitas que habitan los pasillos de hormigón se aferran a la felicidad con la ayuda de vanas compañías y la pasión por las bebidas alcohólicas, conociéndose las unas a las otras por medio de rituales decadentes a ojos de los dioses de mentes ancestrales, que ven como sus creaciones se zambullen en espirales de egoísmo y fanfarronería para pasar un fin de semana más.

Y dicho esto, quiero decir que nada de lo escrito tiene algo que ver con la historia de Pablo, el que un día, harto de la rutina del matrimonio heterosexual ortodoxo, sabedor de su condición de bisexual, instó a su mujer a salir por Barcelona, a algún que otro lugar de ambiente gay, para conocer a algún chico. No obstante, aquella noche no acabó yendo como él se pensaba.

Apoyando el brazo en la barra del pub, Pablo hizo una primera inspección del lugar y siguió charlando con su hermosa mujer. Ella, pese a conocer bien a su chico, estaba algo incómoda, pues no era del todo partidaria que dos personas del mismo sexo mantuvieran relaciones íntimas. Pero, al menos, no era hipócrita, pues Pablo, desde el primer día que se conocieron, ya sabía que aquella chica no veía con buenos ojos a las parejas homosexuales. Él se consolaba pensando que, como mínimo, no demostraba ser intolerante, pues la quería mucho y, ya se sabe, que nadie es perfecto.

Una hora más tarde, después de bailar apasionadamente, la mujer de Pablo decidió volver a casa, con la torpeza de chocarse con una pareja, que por lo que pensó ella, siendo chico y chica, eran heterosexuales. Cuan equivocada estaba cuando los instó a sentarse en la misma mesa, en la que esperaba Pablo, solitario, atento al mundo de chicos que lo rodeaba. Pues, Carla y Jaime, eran el típico dúo amistoso de chica heterosexual y chico gay. Al conocerlos, la mujer, cansada de ser tolerante, al fin, marchó a casa, dejando a su marido con aquella peculiar pareja.

Dada la situación, Pablo llamó a un amigo suyo para no tener que soportar una situación de desventaja numérica. Poco rato después, apareció Raúl; alto, guapo, pero con algo que lo delataba, algo que únicamente supo ver Jaime, era un hipócrita, falso y prepotente. No obstante, a Carla le hizo mucha gracia desde el primer momento y se adueñó de su atención, mientras Jaime y Pablo veían como ambos se comían con la mirada. Como era de esperar, los dos chicos fueron conociéndose y Pablo pareció coger en mucha estima a la persona que tenía enfrente.

Durante meses, Jaime demostró ser aquella persona que tanto necesitaba Pablo para contrarrestar los pequeños defectos de su mujer. No tuvieron relaciones sexuales, pero ambos se dieron el cariño que el otro necesitaba para seguir con sus vidas, mientras Carla y Raúl se demostraban una pasión desbordante. Hecho que no hizo que Pablo también estuviera en contacto con Carla.

Finalmente, Jaime, cansado de esperar y con ampliadas necesidades sexuales, encontró un chico que le gustaba y le respondía mucho más acaloradamente a sus deseos carnales, y pensó que aquello no debía afectar a su relación con el hombre casado del cual se narra la historia. Pensó equívocamente, pues finalmente descubrió que desde aquella noche en el pub de ambiente, era Carla la que interesaba físicamente a Pablo y que todo lo que le había robado aquel gañán pseudo-bisexual a él era el fruto de la necesidad de encontrar una vía de escape a un nefasto matrimonio.

Carla, que era una chica pragmática pero a la vez con principios, pensando que un polvo siempre es un polvo, pero que no está bien quitarle el marido a otra, decidió no seguirle el juego a Pablo. No obstante, las insinuaciones de éste cada vez eran más lascivas y recurrentes y no veía el momento de echarle el guante a aquel macho. Estaba en una encrucijada, pero a pesar de ello, Jaime seguía insistiéndole que se lo tirara, que no tenía nada que perder. Ella al menos no.

Y así fue como, una noche, quedaron Carla, Pablo, Jaime y su chico. Carla estaba realmente deslumbrante, con un vestido escotado, corto muy corto. Pablo seguía intentando caldear el ambiente. Jaime, por su parte, seguía instando a Carla a desmelenarse. En un momento, en medio de la calle, Carla se agachó y dejó ver la poca necesidad que tenía de llevar ropa interior. Pablo, al ver aquello, vio vía libre y jugó fantásticamente sus cartas. Se mezcló alcohol con necesidad y un calor bochornoso.

Al día siguiente, Pablo recibió una llamada de su mujer. Entre gritos e insultos, le pidió el divorcio. Que no podía estar con un adultero, que además se dejaba mear en la cara por otro tío. Pues, al parecer, dos amigos habían emborrachado al hombre casado que, mientras éste besaba a Carla, Jaime le robaba el móvil y grababa, a la vez que le enseñaba el noble arte de la lluvia dorada.

Pablo salió corriendo del piso de la chica, mientras la extraña pareja de amigos gritaba al unísono:

-¡Eres una puta!


2 comentarios:

Vicky Ticó Rivera dijo...

Quin lio de parelles xD

Lord Galdor dijo...

Ja, per això no m'agrada fer relats d'aquest estil... xD