Me presento

Hola a todos, soy Santi, alias Galdor. Desde que tengo 16 años, las palabras se han vuelto mis aliadas para crear mundos e historias, y para dar mi peculiar visión del mundo real que nos rodea. He publicado unos relatos recientemente, y ahora estoy a punto de publicar mi primera novela. No obstante, sigo escribiendo cortos relatos, que serán mi regalo a este lugar donde guardaré trocitos de mi ser. Mi mail es santi_galdor_quantum@hotmail.com, por si alguien quiere opinar de una manera más personal. Muchas gracias.

lunes, 28 de enero de 2013

Encuentros en alguna fase


            Aquel día, un misérrimo día de perros, Glándula se levantó con el conocimiento exacto de que iba a tener mucho que escuchar. Además, lo que le pareció más sorprendente de aquel absurdo día fue que dio los buenos deseos al sol, sabiendo que podía hablar. No en aquel preciso momento que con felina flexibilidad se lamía la nacarada piel de su entrepierna, mas aquel que tuviera que ser el receptor de sus palabras, tarde o temprano, no dudaría de que, efectivamente, alguien le había puesto cierta mezcla opiácea en la leche con cacao de la mañana, que le permitía ser entrevistado por semejante blasfemia de la naturaleza.
            Hablan las leyendas urbanas que, sobre papel mojado, desgarrado y quemado, se cuenta la historia de un extraño animal que arrítmicamente cantaba, bailaba en cuanto nadie lo esperaba ni lo deseaba, gruñía repentinamente y, aun siendo capaz de cautivar con las más bellas palabras, balbuceaba y conectaba inconexamente los más ininteligibles improperios que oído alguno mereciera y pudiera soportar. Finalmente, le llegó la muerte. Y más finalmente, ésta, contrariada, huyó.
            Otras fábulas perdidas y derrochadas a lo largo de cientos de años y con el soporte físico del número incontable de átomos, que equivaldrían a imaginemos un número mil veinticuatro de piedra junto al cual un halterófilo se dispone a levantar con toda su fuerza las dos últimas cifras de nuestro número mineral, nos indican que hay construcciones literarias a cuyos autores nadie les ha pedido jamás que las escribieran.
            Por otro lado, aquellos que salieron con los pies bien altos o con los huesos más blancos de laberintos, fastidiosas oficinas burocráticas, irresolubles crucigramas o epilépticos cubos de rubik de ciento veinticinco fastidiosos pequeños cubitos, cuentan y siguen contando, paulatinamente, con la mirada fija en un techo azul cielo, las fantásticas aventuras de una especie de apéndice de la tierra que, impresionado ante la candente voluptuosidad del fuego, corría enloquecido en persecución de un gran fruto del árbol del que florece azahar que rebotaba de un lado a otro con la peculiar necesidad de penetrar en un cesto colgado de un olmo. Si bien dicen los expertos, no pidan peras al olmo, pues son naranjas gigantes las que se resguardan en el árbol del que tantos hablan y del que tanto se ignora.
            En definitiva, hay muchas leyendas de las que un jaguar amanerado, bolita de pelo y holgazán jamás podrá hablar, pero, definitivamente, hoy tengo la oportunidad de dar vida a una historia donde, yo, Glándula (en efecto, en el  primer párrafo hablo de mi en tercer jaguar del singular), el felino más aterrador sobre la superficie de Groenlandia, hablaré con un hombre que mantendrá la misma cordura tanto al fin como al inicio de la entrevista, que hará las delicias de los lectores vikingos más desdichados.

Entrevista a Lord Galdor por Glándula Sudorípara

G.S.: - Buenas tardes, Lord. Le entrevista Sir Sudorípara.

L.G.: - Otra broma con mi olor corporal y me voy. ¿Dónde está la cámara oculta?

G.S.: - Me temo que no le entiendo. Póngase cómodo, sea breve con las respuestas y acabemos con esto.

L.G.: - Pero que cosita más mona eres tú, chiquitín.

G.S.: - Señor Lord, grrr mantenga el protocolo. Si necesita compañía le puedo dar la dirección de una tigresa amiga mía que te deja bien limpio el sa... bolsillo.

L.G.: - No suelo frecuentar ese tipo de compañías.

G.S.: - De acuerdo... (araña un papel), la pregunta treinta... ya está, respuesta.

G.S.: - Veamos, Lord. Dicen de usted que es la viva voz de la elocuencia. ¿Es eso cierto?

L.G.: - Lo es.

G.S.: (Ronronea expectante) Bien... Entonces podrá usted decirme a quién le debe esa maravillosa capacidad de expresar lo inexpresable que atesora vuestra merced.

L.G.: - Efectivamente, puedo.

G.S.: - ¿Lo hará hoy?

L.G.: - Le repito que no es compañía lo que necesito ahora mismo.

G.S.: - Excelente, la pregunta treintiuno... resuelta. (Lame agua de su bebedero) ¿Cuál es su visión de la situación que nos rodea?

L.G.: - Miopía y astigmatismo.

G.S.: - Entiendo, una alegoría fantástica a la inestable niebla que cae sobre nuestra sociedad actual.

L.G.: - ¿Eso le dice a usted el oculista? Ignoraba que a parte del noble estudio de la óptica, tuvieran tiempo para la filosofía.

G.S.: (En susurros, arañando, con la mirada fija en el papel) Antisemita radical. Bien, dígame pues, ¿Cómo se siente ahora mismo?

L.G.: - Dado que estoy en un sueño, quiero saludar a mis familiares, amigos y puertas que se cierran en el momento justo en que suena el despertador. Siempre he querido poder vivir en un mundo con Pokemons® con los que poder hablar, como ahora hago contigo, contiga... con ello... ¿Qué se supone que eres? En conclusión, ¿puedo lanzartee mi Poke-Ball®?

G.S.: - Ni se me acerque. Soy un jaguar pigmeo de Groenlandia, mezcla de pekinés y podenco ibicenco. (Apunta...) Gay reprimido. Muy bien, excelente. Tssss, grrrr la bolita quietecita. Siguiente pregunta. En ocasiones...

L.G.: - ...los peluches me hablan.

G.S.: - Otra interrupción absurda y deberé pedirle que me clave una katana en el culo. En ocasiones se le ha visto hablar mal de la Iglesia y sus prácticas.

L.G.: - Me tuvieron dos años de pruebas en el campanario y no quisieron hacerme contrato. ¿Eso responde su respuesta?

G.S.: (Mirando a una cámara ficticia) - ¿Es ese el futuro que queremos para nuestros hijos?

L.G.: (Toca la espalda de Glándula) - No quiero ser grosero, pero... ¿de qué hijos hablas, si probablemente eres un híbrido estéril?

G.S.: - ¡Lord, maldito bastardo! Lleva razón.

L.G.: - Lo sé.

G.S.: - ¿Es usted dogmático?

L.G.: - Si lo fuera, lo sabría.

G.S.: - ¿A quién debe su nombre?

L.G.: - A un casino de Las Vegas. Me lo jugué todo al rojo.

G.S.: - Así pues, tiene instintos ludópatas.

L.G.: - Le apuesto lo que sea a que no.

G.S.: (Recibe un mensaje por el inalámbrico) - Me informan que ha llenado el cupo de tópicos fáciles. Querido Lord, le pido moderación. Hábleme de su infancia.

L.G.: - La infancia de Lord Galdor transcurre en la fatídica época que engloba los años entre 1988 y la actualidad. Son muchas las víctimas que ha dejado a su paso durante ese periodo a los cuales jamás olvidaremos.

G.S.: - ¿Le gustan los animales?

L.G.: - Ahora se me insinúa el gatito. Sigo alegando ausencia de necesidad de presencia ajena.

G.S.: - Entre vestidores tenemos a la actriz que hizo de extraterrestre verde en la última película de Star Trek. ¿Sigue queriendo ser ajeno a tal compañía?

L.G.: - ... (Babas recorren su barbilla) Pero..., ¿va de verde o no?

G.S.: (Levanta una patita en dirección a una puerta con estrellas) Y aquí tenemos a... (Aparece una pelirroja despampanante)

L.G.: - Otra furcia de color carne, fuera de mi vista. (Balbucea) ¡Saca tus turgentes y pálidos senos de mi cara! ¡Seguridad!

G.S.: (Apunta... tacha la palabra gay reprimido) Fetichista. ¡Maravilloso! Déjeme seguir con la entrevista, mientras sus neuronas siguen inexorablemente muriendo a causa de la degradación de la materia orgánica de la que está usted formado.

L.G.: - ¡Lo sabía! Eres un polimerizo peluche de feria.

G.S.: - Descubra la composición de los polímeros, abra lo boca y ejecute un chimpancesco sonido. A ver, cariño mío, si fuera un polímero seguiría siendo materia orgánica en descomposición. ¡Va, callad! Siguiente pregunta, ¿cuánto os mide?

L.G.: - Me encanta que me preguntes eso. Pues el otro día pude comprobarlo con aparatos de alta precisión, los cuales usan la radiación gamma de ciertas reacciones nucleares para llevar a cabo mediciones con cinco decimales de precisión métrica. La medición fue óptima mas... si atáis cabos... entenderéis porque...

G.S.: - No logrará satisfacerte la compañía femenina en un largo tiempo.   

martes, 22 de enero de 2013

Corazón de León

La algarabía del tren le absorbía la escasa energía que un duro día de trabajo le permitía guarecer en su interior. Efímero, el tiempo se cernía inexorablemente sobre su cabeza imprimiendo una tenue celeridad a sus piernas que le agarrotaba los isquiotibiales. El aire, viciado, fluía licuado por sus pulmones, irritando todo tejido que encontraba a su paso. 

 

Estación a estación, la frecuencia de pérdidas era mayor que la de ganancias, pero el balance seguía siendo insuficiente para acceder al merecido premio de tomar asiento en aquellos poco mantenidos e incómodos reposaderos. 

 

Finalmente, a falta de dos estaciones, el vagón quedó prácticamente vacío. El alboroto cesó, la energía regresó, expandiéndose y comprimiéndose a sus anchas, el tiempo se relajó y el aire sublimó, despejando la mente del congestionado muchacho.

 

Entonces, como por arte de magia, sintió que su cuerpo estaba en resonancia con el medio que lo envolvía. Cerró los ojos, desadherió sus manos de la barra que le permitía mantenerse en erguido y sus pies bailaron, vibraron, ondularon emulando el contoneo de la superficie sobre la cual parecían sostenerse inercialmente. Sentía que la íntima burbuja que se centraba en su ombligo se volvía más maleable y soluble con el resto de burbujas circundantes.

 

Inspiraba suave y sonoramente pequeñas bocanadas de aire que le conferían a su espíritu la forma de un esbelto león de dorados pelajes. Su atractivo obligó a girar a las flores, haciéndoles olvidar la presencia del mismísimo Sol.

 

El gas de la vida penetraba en sus pulmones, mientras su diafragma se dilataba acompasadamente. Torso y pecho en perfecta coordinación. En un segundo plano quedaba la fatiga muscular, pues, el león, imperturbable en su longeva magnificencia, se hizo dueño de aquella sabana artificial de polímero y aleación. Un aura resplandeciente emanaba impregnando cada rincón del vagón, implosionando enérgicamente en los corazones de los presentes, que miraban al chico embelesados.

 

El tiempo transcurrido durante la recomposición espiritual del hombre apenas alcanzó el minuto, minuto y medio. El trance finalizó desestabilizando su cuerpo de manera que anivelaba el equilibrio físico-psíquico, compensando el reajuste positivo de su mente, pues las leyes de conservación naturales son inquebrantables. La espalda se enarcó ligeramente y las rodillas se flexionaron para que aquel amasijo de carne y hueso se posara plásticamente sobre uno de los asientos del tren.

 

Paulatinamente, sus párpados volvieron a reafirmarse sobre el infinito peso que pendía de ellos. Iridiscentemente, el dibujo de una sonrisa en su cara emitió la luz absorbida durante el fenómeno espiritual. Oteó el horizonte y se dio el encuentro.

 

Unos plateados ojos se clavaban en su alma, desnudándolo. Aquella maravillosa criatura se levantó y, mientras él pensaba en lo efímero de los actos que nos comportan felicidad, ella se postró ante él y dando por finalizado el relato, le dijo:

 

"No dejéis jamás que vuestro cuerpo dome a vuestra montaraz naturaleza, mi añorado Corazón de León."