Me presento

Hola a todos, soy Santi, alias Galdor. Desde que tengo 16 años, las palabras se han vuelto mis aliadas para crear mundos e historias, y para dar mi peculiar visión del mundo real que nos rodea. He publicado unos relatos recientemente, y ahora estoy a punto de publicar mi primera novela. No obstante, sigo escribiendo cortos relatos, que serán mi regalo a este lugar donde guardaré trocitos de mi ser. Mi mail es santi_galdor_quantum@hotmail.com, por si alguien quiere opinar de una manera más personal. Muchas gracias.

martes, 30 de diciembre de 2014

Distopías



De tus labios saldrán hoy,
Mis palabras que escondidas,
Anhelaban salir y con un suspiro,
Dirán juntas, al fin, casi marchitas.

Dominas la magia, que embelesa
Al hombre y al niño, bruja de un tiempo
Entre eras medievales y celtas,
Musa de un perverso, hedonista.

Un oso de pardos cabellos, reside
En el fondo de unos ojos sinceros,
Proyectas en ellos la cuántica belleza,
De un sentimiento que preside,
Un mundo, nuestra proeza.

Liberas de mí, el ansia
Que antaño las musas erigieron,
De amar coartando el alma,
De dañar y ser dañado,
De vivir condicionado al miedo.

Reminiscencias de tu calor,
Emanan por todo mi cuerpo,
Penetran en lo más hondo
Incendian mis pensamientos.

Perdido entre palabras, de un loco
Que sin parar, mirarte, hiciera,
Que más perdiera la cabeza,
Pues Distopías de tu boca oyera,
Que en utópicas se convirtieran, poco a poco.

La métrica no es lo mío, me fundo
Ante tu fugaz sonrojo, pierdo
Mi mente volátil, anhelo
De nuevo tu sonrisa, un nuevo saludo.

Distopías.
¿Qué has dicho?
Distopías...
Eso me había parecido...

martes, 23 de diciembre de 2014

2015, entremos con fuerza

Buenos días, mi queridísimo lector,

Se nos acaba el año y tengo jugosas notícias para ti. Al fin, después de unos largos meses en que, por motivos personales, me he visto impotente a la hora de escribir, puedo decir, que las primeras líneas de creación inéditas van saliendo de mi mente, para plasmarse en la blanca pantalla de mi editor de texto.

Pero, eso no es todo. Mientras preparo un nuevo relato, mezcla entre erotismo y ciencia-ficción, me he propuesto continuar con mi novela. Y me dirás, ¿y qué te ha movido a ello? Pues, muy sencillo. La quiero presentar a un concurso literario, especializado en ciencia-ficción, montado por Bubok, la editorial online donde publiqué mis otros trabajos. La novela estará lista para antes del 31 de marzo, plazo de entrega del manuscrito. Ésta ya cuenta con unas 110 páginas, por lo que, calculo faltaran 3 o 4 capítulos.

Pero esto no es todo. Tiempo atrás, llevo dándome cuenta de la importancia que tiene el trabajo en equipo, para cualquier proyecto que se quiera llevar a cabo. Por ello, he buscado dos personas que harán de ilustradora/ diseñadora de portada y editora (ambas son mujeres y muy buenas haciendo dichas tareas). No sabes la ilusión que me hace, lector. Cuando todo nuestro trabajo dé sus frutos, independientemente del premio (que no creo que lo alcancemos), en nuestra manos tendremos un pequeño tomo, en versión de bolsillo... Y será algo maravilloso. Por supuesto, tú podrás disfrutar de la novela, incluso antes de que se presente al concurso.

Y eso es todo, si decides echarnos una mano, para criticar constructivamente nuestro trabajo, por favor, házlo saber.

Grandes personas, grandes proyectos, grandes ilusiones.

Feliz 2015, queridísimo lector.


Lord Galdor

lunes, 27 de octubre de 2014

Un día más...

Hola blog, lo siento, no sabes cuánto lo siento, de verdad. Llevo meses incapacitado para la labor que te mantiene con vida. Me revienta. Cada día pienso que me pondré de nuevo a escribir y me doy cuenta que aún no estoy preparado.

No obstante, algunos días son clave. Gana el Madrid y decides salir a celebrarlo con tus amigos, los game players del Tivoli, que te recuerdan que hay un espacio en tu vida, tú, mi blog, que sigue esperando a que lo recubras, de nuevo, con las mágicas palabras que brotan de tu imaginación.

Mañana añadiré un dígito más al cómputo anual de mi vida, las cosas vuelven a funcionar, fluyo de nuevo y creo que, el mejor regalo que me puedo hacer, es volverte a dar el protagonismo que te mereces, querido mío.

Prepara tus widgets y tus tools, tus gadgets y tus tabs, porqué el show está a punto de empezar.

martes, 27 de mayo de 2014

Historias de Eriland. Tercera parte (Iron Maiden)


El jolgorio y el movimiento de mujeres, de un lado a otro, no pasó inadvertido para Erilord, el mago de la comarca y hechicero personal del Rey. Al salir de sus aposentos, sintió un sabor tórrido en el paladar. Se adentró en los pasillos reales, se introdujo por un tiempo por los entresijos del espacio vectorial imaginario (regido por la famosa raiz de menos uno) y apareció de la nada, en la estancia contigua al dormitorio de la reina. Allí estaba su secuaz, Irbio, un ser de terroríficas facciones, con un aliento cien veces más pestilente que las pócimas con las que trabajaba.

- Milord, qué alegría veros. Estamos quedándonos sin gónadas de ornitorrinco.
- Eso ahora poco importa, mi fiel y fétido amigo.
- Me halagáis con vuestra diplomática lengua, como hacéis siempre, milord.
- Dejémonos de absurdas conversaciones, al grano. ¿Menudo revuelo se cierne alrededor del cuarto de nuestra señora? Y justo en ausencia de nuestro amado rey Erithor.
- Sí, soy consciente, cuántas deliciosas y contoneantes damas. - intentó evitar babear, sin demasiada suerte - ¿Qué problema tenéis?
- Ninguno, aunque el aburrimiento en el castillo es algo, como sabréis, que me embriaga en ocasiones y, con lo que no le gusta – a mí merced – lidiar.
- Ciertamente.
- ¿Seguimos teniendo jugo agridulce de anisóptera?
- ¿Ese mejunje de libélulas disueltas?
- Eso mismo os acabo de decir.
- Tenemos existencias, en efecto. Si no es muy grande mi indiscreción, ¿para qué la queréis, señor Erilord?
- Lo entenderéis en breves momentos. Coged el frasco.

En el justo momento en que el terrible personaje hacía lo que le habían mandado, el mago lo agarró de la parte trasera de la túnica y lo arrastró, en dirección al famoso pasillo real. Se volvieron a adentrar en el mundo imaginario (usar puertas era un fastídio) y, le rompió el botellín encima de la cabeza. El jugo tardaba poco en hacer efecto. Cuando aparecieron en la habitación de la reina, Irbio se había convertido en un dragón de gran agilidad, de dos metros y medio de alto, con una cola el doble de larga.

- ¡Feliz cumpleaños, su Majestad! - gritó con gran gravedad el mago, al aparecer ante la monarca. - Os he traído un amigo para que conozca a vuestras amiguitas.
- ¡Erilord, os habéis vuelto loco!

Mientras tanto, la férrea cola de Irbio transformado iba tras las hermosas compañeras de la reina y concubinas del rey (era de todos sabido). Las rodeaba y se regodeaba de su enorme extremidad. Era todo un espectáculo. No obstante, cansado de la bochornosa imagen que estaba dando, su superior abrió sus fauces y, de la nada, escupió diez bolutas de fuego, que fueron a parar a la entrepierna del enorme dragón.

- Voy recordando... -habló despreocupadamente el hechicero - … porqué me sabía a carbonilla la boca.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Historias de Eriland. Segunda Parte. (Música: Blue Oyster Cult)


Mientras tanto, la Reina Erithia seguía en la cama. Su esposo había salido escopeteado del castillo, sin darle ninguna explicación, como de costumbre. Hizo llamar a su dama de los chismorreos. Ésta le contó que, se decía por el reino que su marido se dedicaba a desflorar a las hijas de sus lacayos.

- Traedme la pipa, Juliana. Llamad a mis cortesanas.
- Como guste, mi reina.
- Déjate de cortesías, amiga, hoy es tu día de suerte.

La cara de la mujer fue de completa incredulidad. De repente, en el balcón de aquella habitación que daba al muro oeste de la ciudad, se oyó el pesado golpe de un cuerpo chocando con el suelo. Las dos salieron a ver que ocurría. Vieron un joven cuerpo musculoso, que se levantaba con dificultad, a merced de la rudeza del impacto recibido. Un cabellera rubia, despeinada, que escondía la expresión de desorientación y confusión de una persona con un leve exceso de confianza en sí mismo. He dicho leve y lo he dicho antes de exceso, pero que nadie piense que era un ser modesto. Aclarado esto, sigamos. Había sido el aterrizaje con menor sex-appeal medievalesco de la historia. Mas a Juliana no parecía importarle. Miraba aquellos abultados brazos, olía el aroma que emanaba de la sudor de aquel personaje, sentía un hiriente entumecimiento en las piernas, un fervoroso y bullicioso calor bajo su ropa interior. Tras un breve estudio de la fisonomía de Juliana, la monarca mandó a ésta, nuevamente, en busca de su pipa e hizo entrar al joven hidalgo.

- Joven irresponsable, entrad, sin demora.
- Sí, mi señora. Dejadme decirle lo hermosa que se encuentra...
- Silencio. Me aburre tanto zalamero.
- Pero, he saltado por vos.

Entra Juliana, incapaz de oír ni percibir nada. Embelesada, fija su mirada en él. La Reina Erithia tira de ella, desgarrando parte de su blusa. La pipa de cerámica con el opio cayeron al suelo.

- Bueno, señorito, dejaros de aburridos discursos y poseed a mi dama de llaves.
- Disculpadme, milady. ¿Cómo decís?

La Reina aferró con su inmaculada mano una nalga de su inocente doncella, mientras con la otra recogía sus opiáceos y así habló:

- Cansada me hallo de tanto discurso poético y harta estoy de las faltas de respeto a vuestra Reina. Quiero divertirme. Mirad a mi doncella, está hipnotizada, os aceptará cualquier deseo carnal. Poned vuestras manos sobre su tierna piel, mirad ahí, entre sus senos. ¿Me diréis que no os tienta?

En aquel justo momento, cuatro cortesanas enfundadas en sus ropajes de dormir, se presentaron en los aposentos de la señora del reino.

- Un momento, un momento, os pido disculpas, mi reina.
- ¿Qué ocurre? ¿Problemas con vuestro calidoscopio?
- En... en absoluto, ¡en absoluto, mi señora! ¿Y todas estas damas?
- Vienen a satisfacerme a mí.
- ¿P...? Me es más agradable vuestra peliroja de generoso busto. ¿No puedo tomarla a ella?
- Vuestro propósito aquí es el de trabajar por el placer de vuestra reina, veníais con la intención de tomarme, ¿no es así? Bien, satisfacedme, tomando a mi ama de llaves y, si lo hacéis bien, mis amigas quizás se vean obligadas a agradeceros el esfuerzo.

Justo en el momento en que el relato se ponía interesante, el humo del opio invadió la estancia y la música dejó de sonar, hasta una nueva salida del sol.

martes, 20 de mayo de 2014

Destellos de locura



Desorientado,
Quiero esconder la cabeza
En el caparazón,
De la tortuga del parque
Hecha de hormigón.
Construiré muros blindados,
Que hagan impermeable mi pecho.
Miedo tengo a verme
A través de un espejo.
Hundiré mis ojos en barro
Tragaré el polvo mezquino
Seguiré con la sonrisa amarga
Por verte feliz recorriendo
Tu nuevo camino.

lunes, 19 de mayo de 2014

Historias de Eriland. Primera parte. Relato espontáneo.(Escuchar música e ir escribiendo)


Entre los muros de un empinado castillo de oscura roca, a lomos de un equino de furibundas fauces, el Rey Erithor cabalgaba acompañado de dos de sus súbditos, en dirección a la armería.
Eriland era un país pequeño de praderas de hierba alta, dorada en verano. Frondosos bosques rodeaban la región, cuyos árboles constituían la materia prima ideal para la construcción de las cabañas de los alrededores del castillo. El centro neurálgico del lugar se encontraba en la plaza central de la zona amurallada, donde el bullicio del mercado regional impregnaba de vivaces colores e intensos olores, los sentidos del viajante explorador. Podría decirse que Eriland era el lugar perfecto, para las vacaciones de los hijos bastardos de los grandes hombres de la época. Llamativa, excitante y segura, aunque, un servidor se viera imposibilitado a apostar por la continuidad de la última de dichas propiedades.
Volviendo al querídisimo Rey Erithor, éste se disponía a descabalgar de su montura, cuando de la puerta de la armería, apareció un hombrecillo enjuto de congestionados brazos, empuñando un pesado martillo.

- ¡Vuésa excelencia! Repleto de gloria sea vuesa merced en un día tan brillante.
- Silencio, maese armero. ¿Tienes preparado el pedido que tu rey te encomendó?
- Por supuesto, mi señor. Aunque no esperaba veros en persona, si no es gran indiscreción de este humilde servidor.
- ¿Esperabas? ¿Es que hay alguien que conozca los designios de un rey, mejor que el propio rey? Tienes suerte de ser mi más leal trabajador. Pero te tomas unas confianzas muy peligrosas, armero.
- Por enésima vez, os pido disculpas, mi rey. Disculpadme la osadía, mas, ¿qué os trae tan pronto por aquí?
- Debería desollarte ahora mismo, con el filo de la espada que tú mismo afilaste. No obstante, agradece la buena ventura que sobre tu cuello se cierne. Me he levantado con sed de sangre. Es una sensación nueva para mí. Pensé que desflorando a otras dos o tres hembras de mi reino, mi anhelo desaparecería. Mas, como mi lanza, ésta se empeña en seguir en pie.
- Conocí a un hombre que murió por una erección irreprimible...
-¡Silencio! Arrodíllate ante tu señor y muéstrale tus respetos.
- (Susurro) Ahora es cuando me hace caballero golpeándome con su pene...
- ¡Silencio he dicho! Ahora, vuelve a tu trabajo. Mis hombres llegarán en breves, para que los prepares para la gran batalla.

domingo, 2 de febrero de 2014

Crónicas de Numer I



  Aquella noche, Numer no podía escribir, había intentado coger el puntero para continuar su relato, pero le había sido imposible. Su cerebro no reaccionaba a estímulos, sólo veía pasar frente a él los segundos; veía pasar frente a él miles de historias, cada cual más surrealista. Las manos se le agarrotaban al pensar que en cinco horas volvería a su hogar, regresaría a la cuna de la humanidad. Volvería allí donde jamás había estado: el Sistema Solar.

Numer era el tripulante número 1750 de la nave Recol. Formaba parte del ejército de la mayor civilización extraterrestre conocida en el cinturón de asteroides, los seres llamados Serenus (palabra terrestre para denominar a aquellos que viven con serenidad y tienen la mente abierta). Cómo debía ser la situación, para que un alma en constante serenidad con ella misma, perdiera el control y se dejara llevar por las circunstancias. Hacía cinco décadas que el Astro del Sistema Serenio, es decir, el que contiene a los Serenus en él, había empezado a necesitar hierro en su manto para que no se produjera una destructiva súper-nova. Para ello, los Serenus habían dejado de extraer ese preciado material del Gran Astro. Era tan grande la necesidad del metálico elemento que se buscaron otros sistemas para explorar (es necesario saber que en el Sistema Serenio no había grandes satélites metálicos).

Cual fue la decepción al ver que el sistema más cercano estaba a dos cientos años luz de distancia. Entonces, entró en escena aquello que se hacía llamar humanidad. Seres serenuiformes, o girando los papeles, pensad en los Serenus como seres antropomorfos. Seres que llegaron con astronaves que viajaban a velocidades superlumínicas, o como los Serenus llaman relativas hiperméricas, de donde se deduce que Numer significa el que no tiene luz propia o el portador de oscuridad.

Cuatro seres con uniformes protectores y otros dos con uniformes especiales militares, surgieron de una de las naves y pidieron hablar con el erudito jefe o el caudillo de la base planetaria. Con toda la calma del mundo, que en aquel caso era el planeta Sustramer (que en palabras humanas viene a ser aquello que atrae a la luz), se acercó uno de los Serenus a hablar con los humanos, lo cual ofendió sobremanera a aquellos que camuflados vestían. Se les explicó que en aquella civilización no había un líder, sólo tenían a un joven que sobresalía entre todos los demás, allí todos se ocupaban de aquello que fuera preciso en cualquier momento; todos eran igual de extraordinarios. El que estuviera más cerca, el que hiciera desestabilizarse menos al conjunto, era el apropiado para llevar a cabo el encuentro con los nuevos visitantes.

- ¿Qué tipo de radiación aprovecháis de esa gigante roja? ¿Cómo la llamáis? – dijo uno de los que llevaban traje protector.
-  La llamamos Méresis, la que nació de la luz y hace nacer la luz en ella. Últimamente, por la tribu se oyen palabras como Arsin, ángel de la muerte o Reaken, destructora de vida. De ella aprovechamos todo lo que nos da, tenemos pantallas que envían la energía provinente de los rayos ultravioleta de 2ª categoría, por todas las infraestructuras de Sustramer. La contribución más importante de Méresis es la interesante cantidad de ondas gamma que emite, haciéndonos lo que somos, mutantes intelectualmente superiores. – respondió el Sirin, es decir, el enviado, dejando a sus interlocutores boquiabiertos.

Pasaron horas y horas dialogando, preguntándose dudas los unos a los otros. El Sirin se mantenía audaz y fuerte, mientras que los dos militares ya empezaban a impacientarse e, incluso, a bostezar para sus adentros; así fue como volvieron los seis humanos, por instinto de supervivencia, a la nave.

En otra parte del planeta, Numer veía por holograma lo que había ocurrido con los humanos; él era como cualquier Sirin, únicamente tenía la peculiar costumbre de escribir aquello que veía o intuía que iba a suceder; como he dicho antes sólo un Serenus en todo Sustramer era visto como una especie de Oráculo, ya que, pese a ser una especie superior, los Serenus provenían de los primeros humanos que habían descubierto el viaje superlumínico, por lo tanto, no todas las situaciones que se les presentaban a los Sirin eran accesibles a sus capacidades, por ello, necesitaban a alguien que les guiara hacia la resolución más constructiva del problema. De ello se encargaba Merkunsin, que para los humanos sería el Anciano Alado nacido y dotado por y para la luz. Pese al nombre, no era en absoluto un anciano, aparentaba una edad post adolescente. Se decía que había surgido de los primeros rayos de Méresis, vagabundo de la galaxia, portador de sabiduría; aquel cuya existencia es reconocida gracias a su encuentro con aquellos seres que se movían más rápido que él; los cuales decidieron, al encontrarlo, serle fieles y plantar raíces allí donde el Gran Anciano les sugiriera, aquel planeta que ya conocía de antemano. Así fue como la civilización, poco a poco se fue asentando y olvidaron los secretos y las necesidades del vuelo superlumínico.

Numer, después de visualizar con detenimiento la larga conversación de tres horas y cincuenta y cinco minutos terrestres, calibrado que él ignoraba debido a una de las Grandes diferencias entre los Sirin y los humanos, se dio cuenta de que todas las preguntas de los nuevos visitantes habían sido dirigidas hacia el estado de las defensas planetarias, el de las armas de asedio de la civilización y, sobretodo, las diferencias biológicas de los Sirin entre ellos, y la riqueza mineral del planeta. Vio ciertas peculiaridades en aquellas personas, hechos visuales que no le habían sido explicados previamente por el Gran Anciano, el que le había hablado de aquellos vecinos galácticos lejanos hace mucho tiempo.

Hubo dado vuelta y un quinto, Sustramer, a sí mismo, cuando la nave volvió a aterrizar en terreno Sirin de grandes ojos penetrantes. Esta vez, los cuatro eruditos acudieron solos, sin hombres armados que los escoltaran. Uno de ellos, posiblemente, el que mostraba menos secuelas de degradación corporal y mental, no llevaba traje protector y dejaba a relucir una piel bronceada y una pequeña pulsera en su brazo izquierdo. Jamás hubiera imaginado que gracias a un detalle tan insignificante y trivial, llegaran a descubrir tanto de aquellos seres que siempre se mostraban serenos. El Sirin lo señaló, se le acercó tranquilamente y con una voz que no remarcaba ni enfatizaba, empezó:

-    Humano…, discúlpame…- fue interrumpido.
-    Llámame Ken, si…- también siendo interrumpido.
-    ¿Vienes a destruirnos, quizá? ¿Con intención, al menos?- dijo el Sirin sin mostrar sobresalto alguno.
-    ¡En absoluto!- gritó Ken impresionado por el cambio de tono que había tomado la conversación.
-    Pues si así es, que lo veo en tus ojos, déjame llamarte Nuken, sino serás mal visto por todo Sirin que venga a recibirte.- explicó el Serenus.
-    No hay problema en ello, si bien me decís vos el vuestro.- contestó Nuken de inmediato.
-    Mi nombre es Sirin Ulamer, el que ve la luz con los ojos. – se presentó, aquel ser con aquella mirada tan penetrante.
-    Bien, Ulamer. ¿Qué me querías preguntar?
-    Mis ojos no han podido evitar observar la cinta con símbolos que llevas en la iracada, es decir, en la extremidad superior izquierda.- puso de manifiesto Ulamer.
-    ¿Esto?- exclamó Nuken con expresión incrédula- ¿Esta baratija de la Tierra? ¿No sabes que es un reloj?
-    ¿Reloj? Tiene la misma raíz léxica que la palabra que usamos para designar a los mecanismos internos de las antiguas placas meresiales. ¿Es una especie de mecanismo que te da movilidad a la iracada y te muestra la fuerza que ejerce el músculo lesionado?- preguntó, dejando a los presentes entre sorprendidos y al borde de un ataque de risa.
-    ¡Oh, no! No tiene esa utilidad. La medicina moderna de la Tierra no es tan avanzada. Un reloj sirve para indicar en cada momento la hora, minuto y segundo relativos al movimiento de la Tierra alrededor de su eje de giro, mientras gira a su vez alrededor del Sol. El tiempo controla el nivel de vida que llevamos, e incluso en el espacio, debemos seguir el patrón de nuestro planeta natal.
-    ¿Me estás intentando decir, que esa cinta contiene dígitos que van cambiando en intervalos de Rea de valor constante? ¿Y qué esos dígitos condicionan vuestro libre albedrío?- preguntó paulatinamente Ulamer.
-    Dicho así, suena muy deprimente. La inevitable muerte nos hace cuantificar nuestra vida y nuestros actos. Conociendo nuestro intervalo de vida, sabemos si hemos aprovechado nuestro tiempo y cuanto nos queda por aprovechar, de otra manera la civilización humana no avanzaría. Es tan importante el tiempo, que ha creado, tras de sí, un aura de superstición, como si tuviéramos que adorarlo como a un dios.- comentó Nuken.
-    ¿Un dios es aquello que asociáis a la creación de todo?- preguntó el Sirin.
-    Algo así. No te daré detalles, pues es un tema del que no disfruto hablando. Te diré, respecto al tiempo, que se tenían en tiempos antiguos, tradiciones, momento en que la Tierra empezaba y acababa de dar una vuelta alrededor del Sol, en las cuales los individuos dejaban al azar sus vidas o recurrían a rituales simples para que el tiempo que les quedaba por recorrer fuera próspero y abundante.- relató Nuken, con la ayuda de sus, anteriormente, aprendidos conocimientos de la vida en la Tierra.
-    Así que vuestra mortalidad os condiciona a ordenar vuestras vidas, eso implica que la preocupación por desperdiciar la vida implique que en cada momento desperdiciéis el tiempo y ello, os hace crear un sistema arbitrario temporal. Un sistema arbitrario, reitero, el cual no os hace ver que por mucho que dejéis al azar vuestras vidas, no serán realizadas, sin esfuerzo de por medio. El miedo a la muerte hace que desperdiciéis vuestras cortas vidas con simples rituales que no llevan a nada, mientras podríais disfrutar cada momento de la libertad que os brinda el libre albedrío. Vuestra vida es como la realidad que vosotros, los humanos, impregnáis de matices, para hacer pensar que ésta no existe. No es así, la vida como la verdad, existe, solo hay que saberla ver y sentir en la mente y no con los ojos.- sentenció Ulamer, con la calma que caracteriza a los de su especie. Después de tal discurso, los cuatro humanos quedaron tendidos en el suelo, con intención de levantarse para volver a la nave, cuando el Sirin preguntó:
-    ¿Por qué habéis decidido huir de vuestro planeta?
-    La vida en la Tierra es poco viable, hay superpoblación y un clima que cada vez roza más la inhabitabilidad. Sólo sirve para la explotación de metales pesados y uranio, con el peligro que éste último conlleva. En veinte años, que es lo que se tarda en llegar a la velocidad de la luz desde aquí, será totalmente despoblado. Los humanos buscamos planetas donde hacer crecer nuestra civilización. Dime, Sirin. ¿Cómo puedes hablar tan tranquilamente del tiempo y la muerte sin temerlos a ambos?
-    Debo decirte, nuevo visitante, que aquellos que vivimos bajo la influencia del Astro Méresis, nacimos en su día, para no morir jamás. No anhelamos la reproducción, por suerte; y siempre reina, lo que tú llamas armonía, entre nosotros, ya que no tenemos palabras para nombrar ni lo dicho ni lo opuesto; puesto que aquí no existen.
-    No hay nacimiento, no hay muerte: no hay caos.- dijo la mujer que iba al lado de Nuken.

No hubo necesidad de negociaciones, la necesidad de unos se mezcló con la de los otros; un mes terrícola después, ciento cincuenta y tres naves salieron de la órbita de Sustramer, en dirección a la Tierra, a la velocidad de la luz. En ellas, tres cientos seis Serenus, tres cientos cinco Sirin y Merkunsin, marchaban de su irradiado Sistema de Méresis hacia otro paraíso radioactivo, la Tierra. Un viaje de veinte años, en cuyo destino encontrarían un planeta vacío, salvaje, con especies animales que deberían adaptarse a una nueva, pero no extensa, civilización extraterrestre. Por el otro lado, en dos meses, Sustramer ya volvía a estar poblado de nuevo, mucho más poblado. Las naves superlumínicas habían llevado a miles de terrícolas hacia su nuevo hogar, adaptado previamente, para sobrevivir a las mortales condiciones radioactivas.

Mientras tanto, el tiempo seguía avanzando, habían pasado veinte años y allí estaba, en la nave Recol,  Numer, que seguía sin saber que escribir. En aquella nave, también iba Merkunsin, con el cual fue a hablar.

-    Dime, oh, gran Merkunsin. ¿Qué me ocurre? ¿Por qué no sé qué escribir?
-    Piensa, mi querido Numer, que el escritor es aquel que lleva la oscuridad allí donde hay luz. Con su tinta llenas infinitos puntos del blanco papel de infinitos puntos de oscuridad; tú decides cual es el siguiente paso y que ocurrirá a continuación. Cierto es que no conoces el tiempo, pero bien sabes que los hechos tienen un orden de acción, pero únicamente tú escoges si primero escribes el principio o el final. Escribe y lo que resulte, será lo que ocurra. Eres el creador de historias, destructor de mundos.