Me presento

Hola a todos, soy Santi, alias Galdor. Desde que tengo 16 años, las palabras se han vuelto mis aliadas para crear mundos e historias, y para dar mi peculiar visión del mundo real que nos rodea. He publicado unos relatos recientemente, y ahora estoy a punto de publicar mi primera novela. No obstante, sigo escribiendo cortos relatos, que serán mi regalo a este lugar donde guardaré trocitos de mi ser. Mi mail es santi_galdor_quantum@hotmail.com, por si alguien quiere opinar de una manera más personal. Muchas gracias.

lunes, 19 de mayo de 2014

Historias de Eriland. Primera parte. Relato espontáneo.(Escuchar música e ir escribiendo)


Entre los muros de un empinado castillo de oscura roca, a lomos de un equino de furibundas fauces, el Rey Erithor cabalgaba acompañado de dos de sus súbditos, en dirección a la armería.
Eriland era un país pequeño de praderas de hierba alta, dorada en verano. Frondosos bosques rodeaban la región, cuyos árboles constituían la materia prima ideal para la construcción de las cabañas de los alrededores del castillo. El centro neurálgico del lugar se encontraba en la plaza central de la zona amurallada, donde el bullicio del mercado regional impregnaba de vivaces colores e intensos olores, los sentidos del viajante explorador. Podría decirse que Eriland era el lugar perfecto, para las vacaciones de los hijos bastardos de los grandes hombres de la época. Llamativa, excitante y segura, aunque, un servidor se viera imposibilitado a apostar por la continuidad de la última de dichas propiedades.
Volviendo al querídisimo Rey Erithor, éste se disponía a descabalgar de su montura, cuando de la puerta de la armería, apareció un hombrecillo enjuto de congestionados brazos, empuñando un pesado martillo.

- ¡Vuésa excelencia! Repleto de gloria sea vuesa merced en un día tan brillante.
- Silencio, maese armero. ¿Tienes preparado el pedido que tu rey te encomendó?
- Por supuesto, mi señor. Aunque no esperaba veros en persona, si no es gran indiscreción de este humilde servidor.
- ¿Esperabas? ¿Es que hay alguien que conozca los designios de un rey, mejor que el propio rey? Tienes suerte de ser mi más leal trabajador. Pero te tomas unas confianzas muy peligrosas, armero.
- Por enésima vez, os pido disculpas, mi rey. Disculpadme la osadía, mas, ¿qué os trae tan pronto por aquí?
- Debería desollarte ahora mismo, con el filo de la espada que tú mismo afilaste. No obstante, agradece la buena ventura que sobre tu cuello se cierne. Me he levantado con sed de sangre. Es una sensación nueva para mí. Pensé que desflorando a otras dos o tres hembras de mi reino, mi anhelo desaparecería. Mas, como mi lanza, ésta se empeña en seguir en pie.
- Conocí a un hombre que murió por una erección irreprimible...
-¡Silencio! Arrodíllate ante tu señor y muéstrale tus respetos.
- (Susurro) Ahora es cuando me hace caballero golpeándome con su pene...
- ¡Silencio he dicho! Ahora, vuelve a tu trabajo. Mis hombres llegarán en breves, para que los prepares para la gran batalla.

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