Me presento

Hola a todos, soy Santi, alias Galdor. Desde que tengo 16 años, las palabras se han vuelto mis aliadas para crear mundos e historias, y para dar mi peculiar visión del mundo real que nos rodea. He publicado unos relatos recientemente, y ahora estoy a punto de publicar mi primera novela. No obstante, sigo escribiendo cortos relatos, que serán mi regalo a este lugar donde guardaré trocitos de mi ser. Mi mail es santi_galdor_quantum@hotmail.com, por si alguien quiere opinar de una manera más personal. Muchas gracias.

viernes, 2 de marzo de 2012

La ciencia por el simple hecho de publicar


Dando mis primeros pasos en el fascinante mundo de la química, aprovechando uno de los pocos momentos de tranquilidad espiritual que me brinda... Perdón, que me permito yo, a mí mismo, me atrevo a analizar que hay de mito y que de verdad cuando uno habla y piensa en ciencia.

El científico, también conocido como parásito de ideas, es un espécimen de la más huraña familia de los piojos absorbe-cerebros que únicamente se ha quedado con la mejor parte de la naturaleza humana: el egoísmo, la vanidad y el orgullo.

¿Quieres ser científico? Léete el trabajo de otro, analiza los puntos débiles de su teoría, propón un nuevo enfoque infinitesimal y encabezónate en ver que todos los resultados obtenidos corroboran tu novedosa idea. ¿Cuál es la diferencia entre un demócrata y un científico? Ninguna, pues ambos hacen uso de la demagogia cuando las cosas se tuercen. ¿De quién huye realmente Drácula, cuando se siente amenazado por una muchedumbre encolerizada? Del científico del pueblo, pues es el que tiene más experiencia clavando estacas a traición.

Bromas a parte, y disculpándome ante mis, por ahora, compañeros no corruptos (y que así siga), he de decir que somos una especia capaz de ofrecer el mismo trabajo a dos becarios, con la esperanza de aprender de la naturaleza, con la condición que el primero en llevar a buen puerto la investigación se llevará  parte de la fama (¿Quién sino nosotros para llevarnos la mayor parte?) y la totalidad del dinero subvencionado (¡Del Estado, por supuesto!), por lo que uno de ellos habrá perdido unos años maravillosos de su enclaustrada vida. Claro que, sería muy ingenuo por mi parte, que este punto fuera el que haya sorprendido de manera alguna a mi joven corazón, pues ya se sabe que cualquier unión con el capitalismo nos lleva a estos extremos.

Por lo tanto, habréis descubierto que algo me ha decepcionado y, evidentemente, no tiene nada que ver con el escueto sueldo que me espera después de casi dos décadas de estudiar sin parar. Esto es España, señores. Así pues, os hablaré de las atrocidades provocadas por el proceso de publicación científica; un mundo de arenas movedizas, en el cual sólo esperas que la comunidad no se ría de ti, mientras usan tus artículos como papel higiénico.

Supongamos pues, (ojo con usar esta palabra ante un catedrático) que una farmacéutica encuentra una molécula capaz de catalizar la destrucción de células mutadas sin efectos secundarios en el organismo humano, pero que el rendimiento de la reacción del proceso es ínfimo. El hecho es tan extraordinario que al jefe del servicio científico de la empresa le es otorgado el Premio Nobel de Química. Unos años más tarde, cuando el farmacéutico ya se ha gastado el millón de euros del galardón, llega un químico de verdad, a poder ser un químico no analítico, y estudia el efecto de una variedad de catalizadores parecidos a la molécula patentada y premiada con el Nobel, con el mismo objetivo de curar el cáncer de manera inocua. Los acontecimientos que se narrarán a continuación, puede que hieran la sensibilidad de algunos lectores, a los que ruego sepan disculparme.

El químico, con la ayuda de sus conocimientos teóricos y sabiéndose desenvolver en el laboratorio, tras años de investigación consigue encontrar un mecanismo con un rendimiento del setenta por ciento (mayor que el de la producción de aspirina). Publicará un artículo para cada uno de los compuestos estudiados, llevándose grandes cantidades de dinero por su buena labor investigadora y por sus infructuosos trabajos, a parte de varios premios por su flagrante descubrimiento, entre los que se encontrarán, el Premio Nobel de Medicina, el de Química e, incluso, el de la Paz, por su labor desinteresada en la ayuda contra las enfermedades que provocan más guerras en el mundo (desinteresada, hasta que alguna farmacéutica lo soborné, evidentemente).

Y aquí no acaba todo, pues la empresa farmacéutica contratará a becarios (¿He dicho contratará? Ya no se lo que digo) salidos de un master de química teórica para que, tutorados por el excelentísimo Premio Nobel de la empresa, estudien el mecanismo de la reacción propuesta experimentalmente por el otro flagrante Premio Nobel desinteresado, incapaz de conocer, con las herramientas de laboratorio, el camino de reacción que llevará a cabo el fármaco durante el proceso bioquímico. He aquí que seguiremos dando dinero para más publicaciones y quien sabe si no se entregan más Premios Nobel, mientras la población mundial sigue muriendo de cáncer. Todo esto sin contar las decenas de publicaciones que se habrán orientado, única y exclusivamente, a destrozar y mutilar las teorías refutadas por las nuevas demostraciones, mientras los padres de dichas teorías son públicamente humillados por la cobarde y dogmática comunidad científica.

Así pues, dejando a un lado el rencor y concluyendo, al fin, me gustaría que de hoy en adelante tuvierais más cuidado al desear el aumento de las inversiones del Estado en ciencia, pues sería como volver a invertir en la construcción, como antaño, meterse en asuntos de corrupción. Mejor pidamos mejores servicios y, sobretodo, una mejor educación para que los futuros científicos me hagan quedar mal, siendo fieles a los principios de humildad, colaboración y deCIENCIA.

Lord Galdor