Me presento

Hola a todos, soy Santi, alias Galdor. Desde que tengo 16 años, las palabras se han vuelto mis aliadas para crear mundos e historias, y para dar mi peculiar visión del mundo real que nos rodea. He publicado unos relatos recientemente, y ahora estoy a punto de publicar mi primera novela. No obstante, sigo escribiendo cortos relatos, que serán mi regalo a este lugar donde guardaré trocitos de mi ser. Mi mail es santi_galdor_quantum@hotmail.com, por si alguien quiere opinar de una manera más personal. Muchas gracias.

Pseudo-historia de una civilización terráquea

INTRODUCCIÓN


         En uno de los muchos Universos paralelos que habitan el todo y la nada de la imaginación humana, una deidad todopoderosa, cansada de oír siempre las mismas historias y de leer novelas de ciencia-ficción que siempre seguían la misma trama, decidió dar un toque azaroso a la Tierra del Universo Paralelo Once, también conocido por las demás deidades como UPO (dado que el Universo Paralelo Ocho había eclosionado por lo mal estructurado que estaba el tejido físico-matemático de éste, no cabía opción a la confusión), para huir de la rutina. En términos literarios, nació la novela pseudo-histórica, puesto que ciencia-ficción histórica no era del agrado de la deidad (Cabe esperar, por otro lado, que en la Tierra de UPO, surgiera algún escritor que, con un alarde de imaginación, creara la esperadísima novela pseudo-científica, dejando a la deidad de UPOcho con tres palmos de narices. No obstante, esto no nos atañe en esta historia).
         Así pues, el creador de la Tierra UPO, con la ayuda del Manual de Desarrollo Interuniversal que, a diferencia del Dios de UPOcho, toda deidad debía usar para tener un próspero Universo, se encargó del desprendimiento de una gran masa de la Tierra, para la formación de su propio satélite que ayudaría en el control de mareas y controlaría los hábitos de reproducción de la fauna del planeta, mientras éste siguiera madurando. Esto, entre otras muchas cosas que no vienen a cuento. Pasados únicamente tres mil millones de años terrícolas, el todopoderoso decidió que la escala evolutiva que seguían las especies orgánicas de la Tierra UPO ya estaba preparada para dar el antepenúltimo salto, el homo sapiens. Así fue como los primeros vestigios de la humanidad surgieron en la superficie terrestre tres mil años después de la formación del planeta; un planeta joven, con un relieve mucho menos escarpado del que se pudiera conocer en las Tierras de los Universos de numeración inferior (pues al ser paralelos, no tiene sentido hablar del que existió antes o después; en términos de tiempo paralelo, se habla de conjuntos decauniversales[1]).
         Puesto que conocía las dificultades que iban a sufrir los humanos en una Tierra tan poco trabajada por el tiempo, decidió concederles estabilidad climática y abundantes recursos para agilizar el camino que les llevaría a la agrupación de grandes civilizaciones enfrentadas. Durante este periplo, aparecieron hombres y mujeres de diferentes etnias, dejando su huella allí por donde pasaban, por su naturaleza nómada, en forma de inscripciones y mapas, reliquias y otros secretos que algún día, los grandes líderes usarían en favor de sus compatriotas.
         Pasaron siete u ocho siglos, hasta que al fin, a falta de cuatro mil años para que la deidad enviara uno de sus lacayos[2] a inspeccionar la Tierra UPO y entregarle un informe detallado al undécimo simultáneo creador; ocho grandes núcleos culturales aparecieron de entre la barbarie (no del todo desaparecida) que acechaba la anárquica superficie terrestre. Cansado de siempre oír las mismas leyendas sobre aquellas ocho civilizaciones y sus respectivos líderes, decidió intercambiar algunas de las posiciones geográficas de las grandes capitales, para así llegar a su propósito: la pseudo-historia de la humanidad.
         De entre las ocho civilizaciones, encontramos a los luchadores y sabios griegos, a la aguerrida tribu de los Songhai, a los místicos hindúes, al imperecedero imperio persa, a los fanáticos y grandes pensadores árabes, a los temibles aztecas, a la inteligente y trabajadora China y al visionario y constructor Egipto.
         A pesar de ser el gran constructor de todo aquel mundo, la deidad no tenía intención de seguir las historias simultaneas de los ocho líderes, así pues, dejó al azar escoger la civilización que le narraría el transcurrir del camino de la humanidad y le dio el don de la inmortalidad a su líder: y ese fue Ramsés, el, a partir de ahora, imperecedero líder egipcio (el cual sólo moriría si su civilización era destruida durante el transcurrir de la pseudo-historia).



[1] Los diez Universos Paralelos de numeración inferior (desde el UPUno hasta el UPDiez), desarrollaron la humanidad en una Tierra de edad comprendida entre los cuatro y los cinco mil millones de años.

[2] Hablaremos, a partir de ahora, de años antes (a.L.) o después (d.L.) del Lacayo.


Año 4000 a.L.
La creación del rompecabezas civilizado

Acompañado de un ejército de fuertes guerreros y con la ayuda de mis sabios consejeros, he asentado las bases del pueblo egipcio en la tierra que el creador nos ha entregado. Cercano a un río de cristalina agua, rodeada de bosques repletos de ciervos y tundra, avistando a lo lejos altas montañas, yo, el gran Ramsés, he fundado Tebas, capital que pronto será conocida y reconocida desde los más recónditos lugares de estas tierras por nuestra gran visión para la expansión y la construcción de maravillas nunca vistas por el ojo humano.
Establecido mi suntuoso palacio sobre la cima de la colina de la floreciente Tebas, he decidido construir monumentos para acrecentar la belleza de las calles de ésta, nuestra ciudad. Mi imponente grupo de guerreros ha sido enviado a explorar la zona circundante con la compañía de mis más fieles cartógrafos para analizar el terreno y recuperar antiguas escrituras de nuestro anterior asentamiento. De entre mis consejeros, he mandado al más lúcido de ellos a agrupar información de posibles innovaciones que pudieran llevarse a cabo en los campos para agilizar el crecimiento del pueblo egipcio.

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3985 a.L. Sesenta estaciones[1] han transcurrido ya, desde que llegaron las ancestrales escrituras encontradas por mi ejército en nuestro anterior poblado y, al fin, hemos podido conocer la presencia de tres campamentos de amotinados bárbaros que nos rodean por noreste, sureste y suroeste, a los que nos tocará enfrentarnos si queremos seguir expandiéndonos por esta tierra vil y peligrosa.
He decidido enviar a mis tropas hacia el suroeste, para luchar contra el enemigo y evitar así, la lucha cerca de nuestra capital. El camino que les espera es largo y ardua es la faena que se les ha encomendado; marcharán dejando atrás una ciudad que irá creciendo en su ausencia, mientras sus mujeres e hijos esperan el regreso de los guerreros sanos y salvos. Aún así deben saber que las circunstancias no son nada alentadoras: se ignora por completo que les depara el camino y se cree que el viaje a tierras enemigas durará unas doscientas cuarenta estaciones, en el caso de que no surja ningún imprevisto. Algunas mujeres se han decidido a ir con los guerreros para satisfacer deseos carnales y criar y alimentar a los hijos de éstos, que lucharán pasado ese largo tiempo por el honor de sus padres y de su tierra primigenia, la cual muy probablemente no verán jamás.
Por otro lado, sigo pensando la manera de agilizar las campañas militares para evitar repetir estas situaciones en batallas futuras. Ahora sólo espero salir victorioso de ésta, nuestra primera prueba de fuego, en nombre de la magnificencia humana. Mis consejeros siguen trabajando duro.




[1] En los inicios, antes de la innovación del calendario, el tiempo se contaba en estaciones, que equivalían a una cuarta parte del tiempo que tarda la Tierra UPO en dar una vuelta alrededor del Sol UPO.




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3955 a.L. Llegan nuevos informes del frente; al oeste de Tebas se han encontrado más bosques que ofrecen resguardo a ciervos salvajes que ayudarían al crecimiento demográfico de nuestra civilización, si lográramos expandirnos, agrandando las despensas de mis conciudadanos. Aun así, nuestro sistema de caza parece poco eficaz para la obtención de este bien animal, por lo que mis consejeros me proponen mejorar nuestras armas, lo que llevaría a un nuevo avance, también, en materia militar, aumentando así nuestra fuerza ofensiva y dándonos la posibilidad de anticiparnos al ataque enemigo a largas distancias.
Por otra parte, debemos empezar a pensar en nuevos métodos para almacenar alimento que agilice el crecimiento de la población de Tebas, para así expandir nuestra influencia en los territorios circundantes y hacer crecer las fronteras de la ciudad, soñando así con novedosos edificios que colmarían de majestuosidad lo que antaño fue una fría y hostil colina.

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3940 a.L. ¡Oh, maldición! El mar se interpone entre mis tropas y nuestros enemigos bárbaros. El viaje se alargará varias estaciones más: la desesperación y la crispación se leen en los ojos de los jóvenes guerreros que esperaban ansiosos la inminente batalla. Quién sabe si sus hijos serán los que luchen, al fin, por el nombre de Egipto. No obstante, debo mantener fría la cabeza y analizar la nueva situación. Por ahora, tenemos terreno libre para explorar y, muy probablemente, para fundar nuevas ciudades colindantes con Tebas.

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3895 a.L. Superadas las cuatrocientas estaciones de historia egipcia, al fin, mis tropas dan con el camino que les llevará a una grata victoria o la más cruel y desagradecida de las muertes. Siguiendo el río que pasa por en medio de Tebas, en dirección oeste, superando por el sur la cordillera donde nace susodicho río, mis hombres han encontrado las ruinas de algún antiguo reino. Un reino desbordante de sabiduría, los secretos de los cuales han llegado a mí, para mejorar el bienestar de mi pueblo. Dios en su inmensa grandilocuencia nos ha mandado el secreto de la tradición de los pueblos, algo con lo que engrandecer el orgullo de los egipcios por su tierra y que pone en letras doradas la cultura que de ellos pueda impregnar a los peregrinos que algún día quieran vivir entre nosotros. Así pues, ¡orgullo y satisfacción, dando grandes y mejores cosechas!
¡Y ahora, en camino, guerreros míos, que el enemigo está cerca!

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3835 a.L. Dado el largo tiempo que les ha llevado llegar al campamento bárbaro, mis guerreros no se han dejado llevar por las prisas y han dado cuenta de un tesoro en las cercanías del asentamiento enemigo. Jamás dude civilización alguna, que el sacrificio de un soldado egipcio es en vano. Pasados cientos de estaciones, la batalla ha comenzado. ¿Cuál será el resultado? Se masca la tensión en las calles de Tebas a espera de la llegada de noticias alentadoras.

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3820 a.L. -3730 a.L
Una batalla para la prosperidad

De cada diez soldados, siete contingentes egipcios han caído ante las cuatro bajas enemigas; la esperanza entre mis hombres es casi nula, mientras esperan los cuidados del equipo de curanderos y de sus esposas. Ahora la única opción es esperar a que los nuevos chiquillos guerreros solventen su adiestramiento y pongan la contienda de nuestra parte. ¿Cuánto puede durar esta guerra?

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La estrategia empieza a dar sus frutos. Mis tropas igualan a las del enemigo y la moral bárbara se está viniendo abajo, mientras que, cada día de batalla, mis hombres conocen mejor el territorio y a sus enemigos, los que a mi entender, caerán al fin en nuestras manos. He aquí el noble arte de la guerra. La experiencia en batalla crea la diferencia entre dos ejércitos que, en principio, no tenían nada en especial el uno frente al otro.

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Pero una vez más, me equivocaba. Mis hombres han caído en combate y sus mujeres e hijos han sido capturados por nuestros enemigos. ¡La ira de los dioses caiga sobre ellos! Ahora debo esperar para rearmar mis tropas en Tebas. Ciudad luchadora sin duda, que no frena el crecimiento de sus fronteras ante la adversidad. Mil estaciones avalan al gran ejército que ha dado su vida por el crecimiento económico y social de su pueblo; siempre recordado y venerado será, inmortal ante el paso del tiempo y de los ojos de unos dioses que los han ayudado y vigilado hasta sus últimos días. Egipto os da las gracias, grandes guerreros, pues vosotros formáis parte de él y enriquecéis el orgullo de ésta floreciente civilización, pues ha crecido como no lo hubiera hecho sin vuestra ayuda. A partir de ahora, todo costará mucho más que ayer, pero mucho menos que el día que salisteis de Tebas. Las estaciones pasarán y hablarán por mí.

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3655 a.L. Varias generaciones se ha hecho esperar, al igual que las obras de nuestros monumentos siguen su curso (aunque pronto finalizarán), la población de Tebas se ha visto aumentada al imponente número de seis mil almas que pueblan y trabajan la tierra, dándonos alimento, oro y piedra para la finalización de las construcciones necesarias para llegado el día, ser temidos y bendecidos por nuestros enemigos y las nuevas civilizaciones que pudiéramos encontrar a lo largo del suelo compartido de la physis que nos rodea. En sesenta estaciones, las calles de Tebas brillarán con luz propia. Una nueva luz de grandeza y majestuosidad

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3640 a.L. Al fin, nuestras calles despiertan envidias entre los nómadas que llegan y se van continuamente de Tebas, trayendo historias de lejanas tierras gobernadas por otros dignos y sabios líderes. El puente que comunica la capital con el norte ha sido concluido con éxito y al río que cruza se le ha llamado Itero, que en nuestra lengua maternal significa “Gran Río”.
Es tiempo de agilizar la investigación en cuestiones de caza de ciervos, pero, por ahora, las pruebas se siguen centrando en el cultivo y en la pastura de animales. Mis consejeros me informaron que necesitarían solo dos generaciones para llevar a cabo el desarrollo de innovadores métodos de control de bestias rumiantes. Por ahora, toca esperar, mientras es posible que el peligro aceche a mis buenas gentes, que sin embargo, defenderán cada piedra de su ciudad. No estamos indefensos y puede quedarles claro a nuestros rivales, que jamás lo estaremos.

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3625 a.L. ¡Alerta! La primera prueba de fuego se acerca por el suroeste, familias enteras refuerzan sus hogares y los guerreros interrumpen su entrenamiento para expulsar a los bárbaros de nuestras tierras. No obstante, la ciudad es inexperta en el arte de la lucha y el enemigo aguanta estoicamente las primeras acometidas de mis guerreros, artesanos y constructores para borrar de la mente enemiga la intención de asediar Tebas.
No me dejaré llevar por la desesperación; por ahora. No obstante, pronto habrá suficientes personas en la capital como para hacerla emigrar, si es preciso, para formar nuevos núcleos y ciudades por si tuviéramos que dejar atrás nuestra amada capital. Aunque sin duda, al caer mi querida y amada Tebas con sus maravillosas calles y puentes, un humilde, inmortal y fiel servidor del imperecedero Egipto caería con ella; dando por finalizada una vida de agradecido sacrificio. Pero antes…
¡Sentirán los retumbos de mi ira caer ante sus cabezas!

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3595 a.L. He aquí Ramsés, señor de Egipto. Dadas las circunstancias en las que nos encontramos y reconocido en mis últimas palabras una nueva sensación en mi interior y en el de mis ciudadanos, he dado a conocer a mi ejército el significado real del honor, de la necesidad de dejarnos en esta guerra hasta la última gota de sangre, hasta el último suspiro contra el asedio anárquico de los bárbaros. Ahora somos más fuertes contra nuestro mortal enemigo que ya repliega sus tropas entre los campos de Tebas. ¿Será, ésta, la última página de la historia de la civilización egipcia?

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3550 a.L. El enemigo ha caído. Viéndose asediada, Tebas ha dado al mundo la imagen que todos esperábamos de ella. No sólo se ha defendido y ha salido victoriosa, sino que, además, sus fronteras han crecido debido a la presión que ejercía la presencia bárbara en los campos cultivados y no aprovechados del sur de nuestro territorio. La expansión se va concretando poco a poco, haciendo que algún día los demás pobladores de estas tierras sientan la frustración que significaría la irreversibilidad de nuestra presencia imperturbable en la faz de la Tierra.




3520 a.L.

"Y Abel fue pastor de ovejas,
y Caín labrador de la tierra.
(...) Abel también trajo una ofrenda de los primerizos de sus ovejas, lo mejor de ellas.
(...) Y Jehovah miró con agrado a Abel y su ofrenda,
pero no miró con agrado a Caín ni su ofrenda."
La Biblia. Abel y Caín. 1:4

El inicio de la era del pensamiento es un hecho, pasadas ya muchas estaciones. Mis eruditos han dado con la manera de amansar a las bestias y de construir granjas donde obtener leche, carne y lana de reses y ovejas. Desde tiempos antiguos, sabemos que los caballos son una gran baza estratégica de cara al trasporte y al desarrollo de las batallas. Espero, por el bien de mis queridos intelectuales que su domesticación sea posible de cara a más grandes objetivos. Por ahora, todo va por el sendero correcto, el que nos llevará a ser dioses terrenales.
Así dicho por el gran Ramsés, ya podemos concentrarnos en otros asuntos, visto que necesitaremos nuevos lugares donde almacenar el excedente del alimento que los nuevos desarrollos nos darán. Mis hombres ya están trabajando en ello.

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3460 a.L. ¡Mis hombres están preparados! La exploración seguirá su curso, después de tantos contratiempos y del transcurso de tantas primaveras. Hoy parten para no volver, posiblemente, como ya hicieron otros en su tiempo, un grupo de expertos exploradores y valientes guerreros. Así pues, teniendo contento momentáneamente a mi consejero militar, la experta en problemas internos me aconseja formar a fuertes constructores y trabajadores para mejorar el estado de las cercanías de Tebas y poder aprovechar los recursos que esta tierra nos reserva ante la impasible mirada de los invisibles límites de la influencia de la más grande de las capitales. ¡Pongámonos a ello!
El primer informe de mis soldados es altamente gratificante. A escasa distancia de nuestras fronteras en dirección este respecto a Tebas, se ha encontrado un yacimiento de deslumbrante mineral plateado que deberíamos pensar en explotar cuando nuestra influencia crezca; pues ahora no resulta sencillo llegar sin asumir un gran peligro. Además debemos pensar en una manera de trabajar la mina en continuo. ¡Iré a darles prisa a los estudiosos! Aunque creo, que nos llevará mucho tiempo, dadas las múltiples necesidades de mi pueblo y el lento desarrollo de la ciencia.

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3430 a.L. Al doble de distancia que se encuentra la plata de Tebas, que en un alarde de imaginación hemos llamado Colina de Plata, se ha encontrado en el litoral cercano a un gran mar, un territorio repleto de orgullosos equinos, caballos de pura raza que nos podrían ser útiles en un futuro no muy lejano. Me atrevo a pensar que hacia ese mar debemos centrar nuestra expansión más inmediata con la fundación de nuevos núcleos urbanos que nos conecten con tan preciados recursos y nos acerque a la sabiduría que nos puede dar el ancho mar.
Antiguos textos han sido descifrados por mis eruditos y se nos ha dado a conocer la posición de otros campamentos bárbaros de las cercanías y el posicionamiento de una mina, tierra adentro, de blanco mineral; mármol (el cual sigue apremiando a la prisa para aprender algún modo de extracción, tanto de metales como de piedra).

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3355 a.L. Mis hombres han decidido seguir por la costa en dirección este. Me daba la impresión que se iban a meter en un lío, no demasiado lejos de donde se encuentran los caballos, la plata y el mármol, y así ha sido. Un campamento bárbaro les bloquea el camino y son vulnerables a un ataque, mientras fijan la vista en unas ruinas milenarias que nos podrían dar algún gran secreto. Es hora de ser cautos y vigilar la retaguardia. Y si no hubiera más remedio, otra guerra nos espera a la vuelta de la esquina, para limpiar de posibles peligros un rico territorio que ansío tener muy pronto. No obstante, ese muy pronto, en términos reales, es muy tarde en comparación con la media de vida de un hombre o incluso dos o tres generaciones de ellos. En fin, es necesaria la espera y agradecida la historia si aún nos mantiene en pie, entre tanta hostilidad circundante.
La estrategia de batalla, si se diera, deberá ser distinta a la que se llevó a cabo en la primera contienda realizada hace años. No sólo por el resultado nefasto, sino por el hecho que mis unidades exploradoras no están tan preparadas ofensivamente como los guerreros puros. No podemos estar excesivamente orgullosos por nuestra fuerza miliar, ni de la actual ni la que hemos tenido en todas estas estaciones; pero eso es sólo un efecto secundario de haber centrado nuestra atención en otros aspectos importantes de la organización de una nación que apenas tiene poco más de dos mil estaciones de vida. Los inicios son siempre difíciles. Únicamente cabe mirar que se estima que, dado que la población crece a un ritmo de cuatro personas cada estación, cálculo que me ha llegado de manos de mis más avanzados analistas, contando con el exceso de alimento y la emigración-inmigración en las fronteras, por lo que aún faltan tres mil estaciones para que Tebas doble su actual población, si ningún hecho remarcable ocurre antes de dicha fecha.

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3340 a.L. Nuestros enemigos no se atreven a dejar su campamento desvalido por un ataque que pudiera ser su perdición y mis hombres han aprovechado la situación para hacerse con unos mapas antiguos que nos han dado a conocer una península boscosa y toda ella de espesa tundra, inmensa, que está situada al este de nuestro territorio conocido y que nos nuestra una riqueza variada, tanto en tierra como en el mar, con ciervos y abundante pesca cercana a la playa. Nuevas reliquias han sido avistadas en los confines de la península, hacia adonde se dirigirán mis tropas con determinación, para volver y combatir a los bárbaros que les han dado tan grata tregua en aquella tierra alejada de nuestras fronteras. No me cabe duda, que existe la posibilidad de encontrar más hostilidades por el camino. Únicamente pido que mis exploradores sepan moverse gracias a los mapas recién hallados.

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3280 a.L. Han sido ya exploradas las ruinas del antiguo poblado peninsular y, con gran sorpresa, mis hombres han encontrado un pueblo con centenares de mujeres y niños necesitados de un líder que los ponga en su sitio y les ofrezca vivir con garantías de paz y estabilidad y un futuro próspero. He aquí, que se han querido unir a mí, a mi pueblo. Se les ha dado instrucciones para llegar sanos y salvos a Tebas y así, la población de Egipto verse aumentada exponencialmente. Los años han pasado y estos nuevos habitantes han catapultado nuestra demografía a niveles insospechados. Ya superamos las quince mil almas y en sesenta estaciones, seremos ya veinte y una mil personas, gracias a la incipiente tasa de natalidad y a la inmigración de gentes de todas partes que han oído hablar tan bien del nuevo nivel de vida egipcio.

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3220 a.L. Hoy es un día de tomar decisiones que condicionarán el devenir de mis gentes. Debemos adoptar un nuevo modo de gobierno, no del todo nuevo, actualizado diría yo, pero es necesario sopesar todas las opciones que hay sobre la mesa: podemos favorecer los trámites para llevar a cabo grandes construcciones en un menor intervalo de tiempo; podríamos revalorizar el código honorífico de los altos mandos militares, o bien, podemos reconocer la libertad de los hombres y agilizar nuestras aspiraciones de expansión por entre los ocho puntos cardinales. Esta última opción es mi preferida y, a pesar de las quejas de mis consejeros militares, todos estamos de acuerdo que hay riquezas ahí fuera que esperan ser dominadas por una civilización próspera y emprendedora como la egipcia. Debemos mirar en esa dirección pues, en pos de la felicidad de mi pueblo.
Por otro lado, me preocupa sobremanera el estancamiento poblacional de Tebas. Los campos son insuficientes para alimentar nuevos inmigrantes y el número de nacimientos y de defunciones está equilibrado. Nos encontramos en una etapa de transición en que el equilibrio reina en mis calles, esperando la llegada de nuevos conocimientos y desarrollos que colmen de comida nuestras despensas y de riquezas nuestras tesorerías. Así pues, la llegada de trabajadores especializados es necesaria, sin urgencia, pero hasta que llegue ese día, mi pueblo sabrá que el mañana seguirá siendo un ayer invariable.

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3190 a.L. Acabo de recibir nuevas desde el noreste helado, donde mis exploradores han encontrado un nuevo campamento de incívicos bárbaros. Estoy sopesando las opciones, pues para el orgullo de los egipcios, es urgente el traerles las cabezas de esos malditos norteños que resguardan una tierra nevada rica en piedra, que bien podría usarse como estructura para nuestras futuras construcciones. No obstante, el riesgo es algo y el cometido de mis batidores no ha terminado aún; pues la tierra que nos rodea parece infinita en las ocho direcciones del viento. Asumiré el riesgo y esta vez no podemos perder, pero si la derrota es inminente, los haré curar y huirán si no hay más remedio.
La primera contienda se ha cebado con nosotros; sólo el diez por ciento de mis luchadores ha sobrevivido, matando a la mitad de los fríos y calculadores bárbaros. La retirada es la única salida, pero esperaré al acecho, curando mis tropas mal heridas y volveremos al ataque, sabiendo que ellos no pueden salir del campamento para buscar remedios curativos y, conociendo la desorganización sanitaria de estos pueblos anárquicos y salvajes.


3145 a.L.

"El torno alfarero no es necesariamente la técnica
que mejores piezas hace,
pero si la mejor manera de aprender
a manejar el barro."
Toni Birks

¡Cuán distraído estaba con mis estrategas! Y a mis espaldas, el equipo de eruditos de mi corte, ha dado, al fin, con una solución para el desarrollo demográfico y alimentario de mis ciudades (por ahora una, lo sé, pero eso va a cambiar muy pronto).
Han desarrollado una manera sencilla de almacenaje de alimento en tinajas y otros objetos de barro que conservarán la comida durantes más tiempo, haciendo que pueda aprovecharse más del doble de lo que ahora se podía conservar en los bodegones y despensas de las casas de mis conciudadanos. Además de haber descubierto que los recipientes hechos con barro ayudan a conservar el agua fría de la evaporación, ayudándonos a llevar de aquí para allá el agua potable del río Itero.
La construcción de graneros será primordial para el crecimiento de las ciudades y mi gobierno financiará la construcción de éstos allí donde se necesiten, recuperando la inversión con la venta del excedente producido por el nuevo método de conservación del cereal. Además, debemos pensar en la inmigración que un nuevo granero traerá a nuestras tierras, expectantes de poder trabajar nuevos terrenos de trigo y fruto, alrededor de Tebas. Por ello, en cuanto lleguen mis trabajadores, lo primero que haré será mandar construir los primeros graneros y las primeras fincas circundantes a éstos. ¡Cuántas variables pueden llegar a existir que cambien el porvenir de los humanos! Sigo asombrándome y alegrándome de ser uno de ellos (y a la vez, ser inmortal para ser espectador de lujo de este espectáculo social).
Pensando en el futuro, en el caso que logremos expandir nuestras fronteras a zonas ricamente dotadas de buen material de construcción y de grandes minerales brillantes, he instado a mis pensadores a trabajar en los planos de construcciones subterráneas, minas, que permitan la extracción de mármol, piedra, plata y quien sabe que otro material que pudiéramos encontrar adosado al interior del suelo que nos sirve de apoyo para nuestros pies.
Y ahora, después del éxtasis de estos prósperos tiempos, volvamos al campo de batalla, donde, por suerte, mis hombres pueden recuperarse a merced de la pasividad ofensiva de los norteños que esperan el desenlace de esta sanguinolenta cruzada, aferrándose a su efectivo entrenamiento defensivo evasivo.

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3130 a.L. ¡Felices encuentros! El azar nos ha llevado a conocer a nuevos vecinos que habitan nuestras mismas tierras. Hacen llamarse hindúes, los pacíficos hombres de la India, como ellos se han presentado, colmando mi vista de alegría ante tan majestuosa presencia. Aunque quien sabe si me equivoco con esta civilización y mis ingenuos prejuicios se vuelven en mi contra. Pero, por ahora, me congratulo de conocer a estos buenos compañeros de la historia de la humanidad, que espero tengan tanto que enseñarnos como nosotros a ellos y podamos colaborar para hacer de los grupos humanos la envidia de los dioses.
Mi conversación con el enviado del Señor de la India ha sido felizmente fructífera; he descubierto que aun y teniendo el mismo poder que mi pueblo ostenta, la India no aprovecha tan bien los recursos que tienen cerca y sus finanzas están lejos de las nuestras. No obstante, no voy a alegrarme ni a deprimirme por ello. El desarrollo temporal de un conjunto civilizado es complejo y ardua la faena de llevar a cabo tales pretensiones de poder; así pues, si por un lado estamos más avanzados, eso nos lleva a la conclusión que ellos nos superan o igualan en tantas otras importantes facetas que componen el total del intrincado laberinto que define a un pueblo.

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3100 a.L. Han llegado refuerzos al campamento enemigo y debemos actuar con rapidez o éstos se echarán encima de mis hombres como una jauría de lobos hambrientos. Mis hombres han actuado sin dudarlo y han dejado bajo mínimos al pueblo bárbaro que sucumbirá, poro fin, a mis manos ante la siguiente batalla, esperando en vano la llegada de los refuerzos, que verán impotentes como mi ejército se hace con el campamento y las riquezas que en él han sido acumuladas.
¡Hoy es un gran día! Nuestra primera victoria en el campo de batalla es un hecho. Y nadie sabe, a partir de ahora, cuantas más caerán de nuestro lado. Tebas canta y baila la victoria de aquellos intrépidos exploradores que dejaron su tierra para engrandecer el poder de Egipto y, un día como el presente, enaltecen los corazones de sus compatriotas que siempre recordarán la estación en que el libro de nuestras vidas cuenta la primera demostración de fuerza de los poderosos hijos del Itero, la estación que suma tres mil seiscientas en el relatado viaje de una gran civilización. A partir de hoy, cada cuatro estaciones se celebrará este día en todos los recónditos lugares donde un alma salte de alegría por formar parte de un colectivo que está por encima de la vanidad de todo hombre o mujer, el egipcio.
Ahora, sólo me queda pedir a los dioses que les ayuden a sobrevivir al frío y a los refuerzos bárbaros que fijan su desquiciada mirada en la sangre de sus conocidos que se esparce por los ropajes de nuestros héroes.

Rezar ha sido en vano; el ataque furibundo del enemigo ha sido contundente y despiadado, dejando sin vida a todo mi agotado contingente. Una doble sensación recorre las calles y plazas de la capital que festejan y lloran las historias que llegan del frío y gélido noreste. No debería decirlo, por respecto a sus almas, no obstante, soy conciente que la exploración quedará interrumpida indefinidamente, dejándonos de nuevo encerrados en nuestras propias fronteras invisibles. Pronto llegarán los nuevos trabajadores y constructores, haciendo que los tiempos de libertad vuelvan a Egipto, de donde nunca debieron marchar.
Me dejo, por un momento, de absurdas lamentaciones. ¡Qué infantil he sido! Suerte de mi consejero de la tesorería. ¡Tenemos oro suficiente para contratar nuevos guerreros y exploradores que sigan la tarea de nuestros caídos héroes. ¡Ahora lo veo claro, maldita sea!
Según me dijo el enviado hindú, sus tierras se encuentra en un lejano continente en la dirección contraria en la que se habían fijado los anteriores objetivos de exploración. Hacia esa nueva dirección haré moverse a mis hombres, ¡sin lugar a dudas! Veamos que nos depara el camino y si es posible llegar a ver tales majestuosas ciudades en las que habitan los buenos pueblos de la India.

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3010 a.L. Al parecer, el enviado hindú se ha encontrado con un poblado bárbaro al sudeste de Tebas y la huida de éste ha atraído a la barbarie nuevamente a las fronteras de nuestra capital. Mi pueblo armado ha atacado al ejército enemigo y lo ha dejado con la mínima fuerza posible (por si decidieran replantearse la idea de huir), a merced de un posible nuevo ataque a distancia. ¿Cuál será el siguiente paso de los desquiciados y suicidas bárbaros? ¿Llegará el día en que estas gentes prefieran el orden al Caos? A mi gusto, preferiría el diálogo a la violencia, para llegar a un convencimiento mutuo de cual es el mejor camino a seguir, pero mientras sigamos en posturas tan distintas, sólo queda la segunda alternativa para evitar las insurrecciones de mi pueblo y el descontento por no evitar que el honor egipcio quedara en entredicho. No obstante, hoy no será el día del diálogo y las conjeturas. Los guerreros enemigos han sucumbido al segundo ataque y yacen ante las puertas de nuestra ciudad; ya no hay nada que temer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Porqué ¨cristalina agua¨
¨ ¨ amotinados bárbaros
¨Dios grandilocuente
¨¨ciervos en Tebas¨.
Soy Mourinho jeje