Me presento

Hola a todos, soy Santi, alias Galdor. Desde que tengo 16 años, las palabras se han vuelto mis aliadas para crear mundos e historias, y para dar mi peculiar visión del mundo real que nos rodea. He publicado unos relatos recientemente, y ahora estoy a punto de publicar mi primera novela. No obstante, sigo escribiendo cortos relatos, que serán mi regalo a este lugar donde guardaré trocitos de mi ser. Mi mail es santi_galdor_quantum@hotmail.com, por si alguien quiere opinar de una manera más personal. Muchas gracias.

miércoles, 21 de junio de 2017

Desvaríos (segunda parte)



Incluso cuando uno ha llegado a su límite, que siente que no puede más, cuando la mayor de las estupideces le parece la mejor salida, una huida factible, atractiva. Incluso bajo todas estas circunstancias, uno busca su momento de respiro, una imagen que le dé paz. No era mi tipo, o al menos, así lograba auto-engañarme. Además, pacífica lo justo, era más bien un vórtice de quejas, gruñidos y, alguna que otra, sonrisa malvada. No obstante, sabes que es una cortina de humo que esconde un amor reprimido, consecuencia del miedo a volver a ser dañada. 

Y ahora es cuando empiezan las divagaciones, volvemos a los desvaríos varios, en el justo momento que el color de sus ojos recorre mi memoria. Y la primera reflexión es: ¿Qué manía tenemos en volvernos locos únicamente por los ojos azules o verdes? Y ahora diréis, ¿qué cojones le pasa a este hombre? Es decir, hablas con personas, tienes la encantadora manía de mirar siempre a los ojos y nunca, repito, nunca oirás a un ojicastaño hablar maravillosamente del color de sus ojos. Incluso sentirán envidia por tu color de ojos (curiosamente, los míos son cromáticamente asimétricos, uno es completamente verde y el otro, parcialmente marrón, parcialmente verde) y desearán arrancártelos, para, o bien, guardarlos en una cajita y contemplaros cada noche, antes de ir a dormir, o bien, intercambiar ojos y quedarse con los tuyos. 

Sus ojos son de un castaño brillante, flamígero, que dan vida a una mirada audaz, traviesa, con una personalidad tenaz, decidida. ¿Qué hay más hermoso que eso? Y entonces, te indignas. ¿Vivimos en una sociedad hitlerizada, dónde la belleza reside en tener los ojos claros, sin tener en cuenta la esencia de cada mirada? Si es así, apaga y vámonos. Evidentemente, amo mi mirada, pues es el reflejo de mi personalidad asimétrica, alocada, antisistema. Ahora bien, pregúntate, ¿no te gustan tus ojos (que al fin y al cabo, no tienen ninguna culpa) o no te gusta lo que ves a través de ellos? Reflexionemos, señores, reflexionemos.

No hay comentarios: