En
numerosas ocasiones, no son nuestros actos los que impulsan nuestra vida, sino,
que irremediablemente y sin opción de cambiar la dirección de dicha sucesión,
es el transcurso aleatorio de nuestras vidas lo que nos impulsa a llevar a cabo
actos que, sin duda, no hubiéramos contemplado enfrascados en el flujo continuo
de la rutina. Son esos días inolvidables, esas sensaciones y sentimientos que
no puedes, ni debes, reprimir los que te hacen pensar que la mala fortuna de
los días oscuros, son meras sombras de recuerdos que únicamente aparecen en los
momentos que la vida se ríe de ti. No sabes muy bien que ha ocurrido entre unos
y otros sucesos, no entiendes la transición y no ves ningún tipo de ley física
o lógica que conecte la realidad número 1 y número 2, distinguiéndolas de la
mera ficción.
La
única teoría que tenía él sobre aquella noche, es que los ángeles existían y
ella era la muestra viva de ello. Había conocido a la musa que le brindaría
inspiración, al menos, un mes más. Tenía los dos ojos más penetrantes y bellos
que jamás un ser humano había puesto sobre su línea de visión. Era la bondad
personificada y su sonrisa daba buena cuenta de ello. Su dorado cabello
realzaba lo mediocre que era el mundo al lado de la existencia de una criatura
así. No obstante, no creyó ser digno de tanta belleza. No creyó merecer el
privilegio de poder verla de más cerca, de llegarla a besar, fuera del mundo de
los sueños. Y no era falta de confianza. En absoluto, pues tenía muy claro cual
era su cometido en el mundo y se conocía a sí mismo, lo mínimo para juzgar que
era valeroso por su especial manera de ser. Pero, aquella dama era de una
realidad paralela en la que, la belleza sobresalía del modo superfluo que
tenemos de verla en el mundo actual. No la conocía de nada, pero no pudo llegar
a otra conclusión, era un ángel.
Tuvo
la sensación de conocerla de toda la vida, al momento de cruzar dos palabras
con ella. Fue la sensación más extraña y, a la vez, gratificante que había
experimentado nunca. Si no volvía a saber nada más de ella, al menos, su
encuentro había servido para escribir las palabras más penetrantes que pudieran
salir de la pluma del hombre. Sólo sabiendo que sus labios y los de ella, por
un momento que no debió terminar nunca, habían compartido el mismo punto en el
espacio, habían entrelazado sensaciones y desbocado miles de emociones en su
corazón. Ni siquiera fue algo esperado, ni siquiera estaba escrito. Únicamente
ocurrió y de la manera más surrealista posible, del modo en que ocurren las
cosas excepcionales de la vida. Del modo que un minuto destaca entre la
infinidad de horas que transcurren en varios años de reclusión y autotoxicidad.
Con toda naturalidad, y viendo el
peligro cercano, él le pasó el brazo por la cintura y accedió a las exigencias
del guión. La trama debía estar bien trabajada y cada papel era primordial para
que no fuera desenmascarada la falacia. Así pues, se dejó llevar, ella aceptó y
cerró los ojos, pues ella ya estaba besándolo cariñosamente. Para él, era
necesario recordar que aquello no significaba nada, que ni siquiera se
conocían. No obstante, el guión siguió exigiendo un dulce sacrificio. Entonces,
sus manos se unieron, se miraron, evitando las carcajadas de una situación tan
atípica y, mientras entrecruzaban las cabezas, un ardiente beso los unió, en lo
que para él fue un sueño infinito que no encontró el momento de terminar.
Hubiera sido lo justo no alargarlo tanto, pero la pasión no entiende de tiempo
y el beso se alargó sutilmente, mientras las dudas se disipaban en las caras de
los depredadores. En mucho tiempo, no había sentido nada semejante. Y después
de eso, sin recordar en que momento, sus cuerpos se separaron; al contrario de
lo que ocurre cuando uno se habitúa a hacer un camino cada día, él sólo
recordaría la suavidad de sus labios, la calidez de su boca, la magia del
momento. Del desenlace, ya nada ha quedado retenido en su mente, cual laguna
espaciotemporal en su tejido cerebral.
Y es que por más que uno quiera
pretender que su vida cambie, por más que uno quiera pretender controlar todos
los aspectos de su vida, por más que uno pretenda hacer creer que ya lo tiene
todo y que nada le es necesario para estar mejor; siempre sentirá el aliento
cercano de las pequeñas grandes sorpresas y los fugaces regalos de la magia de
las musas.
1 comentario:
wow!
M'encanta!
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